Gracias a Dios y a uno de mis mejores amigos que me hizo entender que NADIE, -absolutamente NADIE- tiene obligaciones conmigo ni mucho menos y a la inversa… cuando me dijo esa frase, la sentí como una daga de hielo atravesando la caja donde se supone se guardan los sentimientos y a la vez bombea sangre al cuerpo… sé que la expresión por sí sola es cruel y se eleva a la potencia enésima dependiendo, como siempre, de la situación… y es heavy que te digan eso si desde pequeño te han acostumbrado a recibir –por lo menos en la gran gran gran mayoría de los casos-: el amor de tus padres, dinero, educación, una sonrisa, las gracias, un saludo, que te preparen la comida, que te laven la ropa… etc… etc…

pasé mi vida incluido dentro de los (mal)acostumbrados, así fue hasta el día de la daga, hasta que me llegó la hora de escuchar esa verdad que fulminaría de paso la (mala)costumbre… tal vez, por lástima o sentido común, bastante más la primera que la segunda, no nos lo hacen saber desde tempranas edades, es lógico suponer que un niño de 10 años, menos o un poquito más, jamás va a encaramarse a la cocina, tomar un filoso cuchillo y picar olores para prepararse el almuerzo… pero igual, no me mal entiendan, no me refiero solamente a ese tipo de deberes que sí deberían estar hechos por los padres o encargados, como decían en la escuela…

me refiero también a otro de los motivos que me llevó a comentar esto: hace unos días escuché a una señora en la gloriosa fila para subir al autobús: “yo me voy a colar antes de que no me den campo” –supongo, se refería a no encontrar lugar en el bus y que nadie se lo ofreciera- tal vez algunos dirán que tenía astucia la doñita, pero a mí me pateo el hígado ese descaro: si a mí, o alguna otra persona que se encuentre en la fila o sentado, nos da la regalada gana de ceder nuestro lugar, es muyyyyy nuestra decisión y no como los (mal)acostumbrados lo ven… como una obligación… y eso no lo tolero… no más… yo puedo ser y soy caballeroso… pero porque yo -y nadie más- quiero… incontenibles ganas me dieron de restregarle la frase por la cara(de barro) pero preferí evitar una escenita, de esas típicas en los transportes públicos…

largas discusiones en el 250 Harvest Dr. tuvimos la macha y yo sobre el asunto, pusimos de ejemplo el cariño: nadie, ni tan siquiera los miembros de tu núcleo familiar están obligados a dártelo, sí lo hacen: bien por vos, si no: no tienes nada que reclamar, no es su deber… es una decisión y éste es el punto al que quería llegar, son decisiones y no obligaciones las que todos tenemos… si te hablo-veo-quiero-espero-hago cosas por vos-llamo-escribo-pregunto-abrazo-invito-amo-sedo mi lugar-etc… es mí decisión, la tomo o no porque quiero…

aunque algunos como la macha no les guste esa –que para mí es una- realidad, yo prefiero pensar que las personas actúan más por decisión que por cualquier otra cosa… es feo sentir que tienes obligación con alguien y viceversa… y más aún que te obliguen a hacer-decir-pensar-actuar como te dicten… obviamente contra tu voluntad… eso, simplemente, es sentir que las riendas de tu vida, están en manos de otro-otra-otros-otras…

seguiré clavando la daga a los(as) (mal)acostumbrados(as)… para que se quiten esa ideota de la jupa, valoren y agradezcan más los gestos, y para que entiendan de una, que si la gente no los trata como ellos quisieran es porque así lo decidieron, no porque estén obligados a hacerlo…

yo, hace tiempillo, reaccioné y arrebaté mis riendas… ahora yo conduzco… y punto.