violencia
11/12/2006
No me cuesta imaginar la vida junto a una persona violenta porque desde siempre la he soportado. Mi padre fue la persona más violenta que conocí. Gritaba, golpeaba, pegaba y volvía a gritar, todo se repetía una y otra vez mezclándose con lágrimas, sollozos y tristeza; parecía un ciclo interminable.
Recuerdo que los golpes y los gritos no siempre fueron para mí; él sabía distribuirlos a la perfección. Varias veces me alcanzaron sus manos y golpearon más allá de la piel. Recuerdo también la voz de mi madre diciendo que nunca siguiéramos su ejemplo. Así fue como crecí odiando su temperamento e inevitablemente a él.
Tras la muerte de mi padre creí que la violencia se iría a la tumba. Deduje que el ciclo interminable se había puesto frío, tieso de pies a cabeza y que poco a poco los gusanos cumplirían su trabajo, devorándolo poco a poco y todo a la vez.
Hoy sé que las cosas no son lo que creía y que la violencia que recuerdo pasó a otra generación.
pd. todos hemos sido víctimas de algún tipo de violencia, está en nuestras manos repetirla o simplemente evitarla.